viernes, 13 de julio de 2007

PROPULSOR III

Sigo sin rumbo
¡Otra vez el mismo sueño! Siempre hace que ella se despierte. Solo llora. Yo sigo a su lado, y se que eso la tranquiliza. Ella no quiere decirme lo que sucede en él, solo me queda imaginar. Es tan difícil tratar de hacerlo, no podemos acercarnos ni un poco a la verdad.


Yo he tenido el mismo desde que llegue aquí. En él, aparezco caminando sobre la superficie del planeta, al parecer, sigo en busca de partes de roca que me ayuden a componer el propulsor de mi misil. Todo es tan real -como suele sucedernos a todos al momento de soñar- que me confundo. Continúo caminando, pero noto que me he quedado solo, volteo al lugar donde la dejé dormida, y ella no está. De alguna manera no me sorprendo, trato de explicarme todo lo que pasa diciendo que ella no quería verme y decidió dar un paseo, es ese tipo de explicación que solo sirve como un tranquilizante, como anestesia. No paro de caminar y aunque creo seguir buscando, sigo sin rumbo y solo pensando. Después de horas de una larga caminata, decido sentarme. En ese momento del sueño es cuando volteo asombrado de un lado a otro, y me doy cuenta de que es la misma roca lunar donde decidí esperar. Me recuesto sobre ella y observo de nuevo el universo. Una luz parpadeante llama mi atención, dirijo la mirada hacia el lado donde se encuentra, por el efecto que produce sobre mis ojos, me cuesta trabajo saber lo que es, pero por la posición en la que esta en el espacio, reconozco que es el sol.

Es tan insólito verlo de esa manera, con ese mismo efecto que produce un foco antes de fundirse y dejar de funcionar, que comienzo a preocuparme.

Había escuchado hablar de esto alguna vez en las noticias, o lo había leído, no recuerdo con exactitud. Pero decían que así como millones de estrellas, incluso más grandes que el sol que se habían apagado y convertido en supernovas, el Sol, nuestro astro, también lo haría.

Y como en una película, ahí es donde todo parece nublarse, siento un temor incomprensible, mi mente se sofoca y me impide pensar. Mis ojos no pueden cerrarse y solo observan el sol. Ven como va disminuyendo el brillo de la luz, el parpadeo es mas lento cada vez, y de manera repentina todo oscurece.

Así es como termina mi sueño, siempre. Me despierto asustado, sudando, agitado, preocupado. Lo único que hago es voltear al lugar donde se encuentra el Sol y lo miro como si fuera la primera vez que lo hago.

Ahora entiendo porque ella no habla del sueño que siempre la despierta. Por la misma razón por la que yo no cuento el mío, tengo miedo que se convierta en realidad.


De vacaciones sobre una nube, Misil Azul