jueves, 26 de abril de 2007

PROPULSOR II

Seguiré esperando

Y aquí estamos otra vez sentados sobre una roca lunar, uno al lado del otro. Tú, solo contemplas el paisaje que nos regala una cantidad inmensa de estrellas fugaces y de asteroides que chocan entre si creando la ilusión de fuegos artificiales; esos que alguna vez iluminaron mis ojos cuando era niño y todavía existía mi planeta, mi hermoso planeta.

Pero algo pasa, yo no lo disfruto como antes. Sólo te observo, tratando de explicar porqué estamos aquí de nuevo después de tanto tiempo.

A veces solo creo que somos parte de una película de ciencia ficción. Que ya todo esta escrito para nosotros, que los caminos ya están trazados, que estamos dentro de un circulo en el que siempre nos encontraremos, ya sea en una piedra lunar, en tu planeta, en el mió, o viajando sobre asteroides.

Tú no pronuncias ni una sola palabra, pareces ausente. Creo que ni siquiera te has dado cuenta de que estoy aquí, sentado a tu lado, observadote. Trato de hablarte, hacer que al menos dirijas la mirada hacia mí, pero ningún pensamiento coherente pasa por mi cabeza. Así que lo he decidido, voltearé a mirar el universo, fingiré no estar aquí contigo, y solo esperaré el momento en el que te decidas a hablar.


Misil azul

lunes, 23 de abril de 2007

PROPULSOR I

La llegada

La pantalla de mi misil marca un error en los propulsores, trato de maniobrar en el aire para arreglar el desperfecto, pero es casi imposible. Pasan algunos minutos mientras planeo mi próximo movimiento, si lo hago mal mi nave podría estallar, y yo lo haría con ella. Trato de mirar a mí alrededor y buscar un lugar donde aterrizar. Mientras lo hago, la pantalla empieza a emitir un sonido de alerta, y me indica que debo parar lo más pronto posible. Al no tener las coordenadas en la computadora vuelvo a observar, y noto que a mi lado izquierdo esta el planeta de donde salí meses atrás. No quiero descender, porque se que ahí esta ella, pero debo hacerlo.

Después de un duro aterrizaje, y de perder toda la reserva de alimentos en mi intento por no chocar, estoy en su planeta. Tengo miedo de encontrármela de nuevo, no sabré que decir, ni hacer. Lo único que quiero es arreglar el propulsor y salir de aquí lo más rápido posible.


Misil Azul

lunes, 16 de abril de 2007

·Mar y estrellas·

Estos últimos tres días estuve recolectando provisiones en una playa de Veracruz, alejado de muchas cosas que al paso del tiempo se vuelven cotidianas, rutinarias y al final aburridas. Quería romper con eso.

Esta vez no iba solo, junto a mi iban dos viajeros más; los tres con distintas misiones por realizar. Tuvimos la oportunidad de conocer cosas increíbles y fuera de lo común para cada uno. Hoy solo me detuve frente al monitor para contarles mi experiencia.

Desde el cielo el mar se veía inmenso, casi infinito. Las olas chocaban unas contra otras, el sonido que emitían al hacerlo me tranquilizaba. De vez en cuando volteaba a ver a mis compañeros; nuestro viaje era largo, pero todo iba bien.

Aterrizamos en la playa, lo primero que hice antes de bajar fue quitarme las botas de mi traje, para poder sentir la arena húmeda tocando mi piel, volteé a observar el cielo y el mar, me sentía tan pequeño, tan insignificante.

Pasé la tarde montando el campamento entre un conjunto de palmeras que nos protegerían durante la noche. Después fue mi turno de preparar la comida, y así todo transcurrió hasta el atardecer, que fue cuando caminé hacia la playa para poder observar la hermosa noche. Fue tan impresionante, maravilloso; esa sonrisa dibujada en mi rostro aquella noche, vuelve. Podía observar las estrellas, eran tantas que no pude ni contarlas, me perdía cada vez que lo intentaba. Todo era tan extraño, de repente sentía que estaban tan cerca que podía tocarlas, pero a la vez sabía que estaban a millones de años luz de mí. Pasé así casi dos horas. El escenario era perfecto: yo, parado con los pies descalzos, a mi lado una especie de roca que parecía estar enterrada ahí miles de años atrás; el sonido de las olas romper, el aroma de la playa -ese que siempre te hace recordar-; y encima de mi… el cielo, las estrellas, satélites, estrellas fugaces que se dejan ver por un par de segundos, en fin, un manto estelar.

Es algo que jamás olvidaré, porque muy pocas veces uno puede tener la tranquilidad para detenerse y observar lo que esta arriba de nosotros, eso que siempre esta en movimiento, pero que cada noche aparece, deseando ser observado. El cielo, tan inmenso, capaz de generar miles, millones de preguntas en mi cabeza.

Y entonces me pregunto: ¿qué hago aquí? Podría estar en la arena observando de nuevo las estrellas. Me deprime estar sentado, solo escribiendo, imaginando que alguien más esta disfrutando de una gran experiencia, algo que jamás olvidará. Algo que yo quisiera estar haciendo. Pero sigo atrapado aquí, dentro de mi rutina. Lo único que haré es escaparme en mis sueños, me transportaré a ese mágico lugar, observaré el cielo, elegiré la estrella más brillante y desearé nunca salir de ahí.


Paralizado frente a la computadora: Misil azul