miércoles, 28 de marzo de 2007

¡Que día tan extraño! Siempre me levanto con la idea de reinventarme cada día, de conocerme de nuevo. Se que suena raro, pero trato de hacerlo, redescubrirme y redescubrir a los demás. Antes no solía hacer esto: escribir. Pero como me lo han dicho algunas de las personas importantes que conocí últimamente, cuando escribes una vez, no puedes dejar de hacerlo nunca, se convierte en tu necesidad. Eso fue lo que descubrí un día como estos.

Simplemente me senté frente a la computadora, tome una hoja en blanco, un lápiz; acomode mis pensamientos y todo fluyó. Como si dentro de mi hubieran cientos de historias queriendo ser contadas. Y ahora lo sé, me di cuenta de que era algo que me hacia falta, algo que no había descubierto.

Pero encontré algo más, que no soy el único, que dentro de cada uno de nosotros existen historias ansiosas por salir y ser escuchadas. Por eso a través de estas líneas quiero pedirte, que les des la oportunidad a ellas de salir, y que tú les des vida; pero también danos la oportunidad a nosotros de escucharlas, y de conocerte.

Es por eso que siempre antes de dormir, observo el universo y deseo que el próximo día sea como este, en el que pueda contar más de mis historias, tan solo pido otro día extraño.
Desde la estacion lunar no. 4 Misil azul

La muñeca fea

El mundo esta lleno de muñecos, hay de todos los tipos. Mis favoritos son los de porcelana, aunque su defecto es la facilidad de romperse.

Cuando un muñeco sale de fabrica pareciera que son por series ininterrumpidas, todos “iguales”, la esencia esta en el papel que desempeñen en el mundo.

Hay unos que son simplemente adornos y hacen que la sala de casa se vea bien, otros en los que la infancia pone el mayor de sus inventos, algunos que se coleccionan por su ropa o material y también están las que nadie quiere ver: los muñecos feos.

Es tan cristalino como el mundo, si me dieran a escoger que muñeca ser, sin duda alguna entraría en el grupo de las feas.

Y no me da miedo ser rechazada, porque así no tengo la necesidad de agradarles a todos, ni estar tras una vitrina con un hermoso vestido del siglo XVI, tampoco me preocuparía si alguien en un descuido me tira, porque no seré tan frágil.
Eso si, mi existencia seria más apegada a los que descubran que en esa muñeca fea se escondieron pedazos de piedra lunar, justo en el pecho.

Reportando desde un tulipán:
Misil negro

viernes, 23 de marzo de 2007

N E B U L O S A

Ayer trataba de encontrar miles de respuestas, de todo aquello que inundaba mi cabeza. A mi mente venia el nombre de un libro que leí cuando tenia casi doce años, Un barullo en mi cabeza, que me traía un sin fin de recuerdos, como cuando mi abuelita me lo regalo después de que mi prima muriera, y me dijo que ese libro perteneció a ella, mí prima. Recuerdo la primera vez que lo leí, que lo platiqué, extrañamente no recuerdo ahora bien lo que sucedía en él, pero se que tiene tanto que ver con lo que siento ahora.

Había sido una semana difícil, de verdad pesada. No quería que amaneciera porque sabia que tendría que levantarme otra vez, y emprender un nuevo viaje casi desde cero, tener que probar de nuevo un alimento, probar de nuevo quien era, viajar con un centenar de extraños, de los cuales solo sabia que al igual que yo, tenían un destino, todos diferentes. A veces me pregunto como es que podemos pasar desapercibidos en este mundo, si lo único que compartimos es un pedazo de tiempo, un instante, un parpadeo. Creo que podríamos regalar al menos una sonrisa; no quiero decir que tengamos que compartir con todos, pero si tratar de hacerlo con algunos, saber que por un momento tenemos un compañero, viajero como nosotros, con ganas de cada día aprender algo distinto. Pero sin duda, sabia que por mas repuestas que planteara, ninguna era lo que buscaba.

Una y otra vez daba vueltas en mi cama, como si al hacerlo, congelara la madrugada, paralizara la luna que estaba encima de mi, y así nunca tendría que levantarme. Una de tantas mañanas, me di cuenta de que nunca lo lograría por mas que lo intentara, pero aunque suene extraño y tal vez tonto, lo seguía haciendo. Últimamente he aprendido a no rendirme, a levantarme contra los que me reprimen, a defenderme de quien me lastima, a luchar por mis sueños por mas lejanos que parezcan. Pero… ¿que pasa cuando, una noche de pronto todo se derrumba? No lo se, el pánico me inunda.

Creo que así empezó todo este remolino de preguntas sin respuestas: Una noche. Tal vez por eso quisiera detener el tiempo ahí, por eso mi insistencia de pedirle a la Tierra que deje de girar unos minutos, y no permita que el Sol aparezca en el horizonte. Para que pueda ponerle fin a este remolino, como si la noche fuera la principal responsable de mi enredo.

Ya no encuentro las respuestas, solo quiero que esta larga semana termine. Solo me queda pensar que mañana habrá miles de preguntas más, todas sin respuesta. Lo único que puedo seguir haciendo es buscarlas, nunca rendirme. Tal vez algún día encuentre una que me haga feliz, y me permita compartir una sonrisa.
Reportando desde el espacio: Misil Azul

miércoles, 21 de marzo de 2007

Misiles y Muñecos

Viajamos montados en misiles con forma de granos de café, el de ella es color negro, el mío es azul. Recorremos el espacio en busca de historias, vamos a planetas que están a años luz de distancia de nuestro mundo, solo para capturar en nuestra memoria imágenes y palabras, y así poder compartirlas con nuestra gente.
Nos llaman "muñecos", pero en realidad tenemos apariencia de marionetas. Ella suele sonreír por todo, a mi me dice inexpresivo. Pero al plasmar nuestras memorias, invertimos los papeles, los combinamos y creamos mundos mágicos en donde la inexperiencia literaria nos lleva mas allá de nuestro titiritero que es la realidad.