martes, 25 de septiembre de 2007

PROPULSOR IV

Nunca fuimos buenos para decir adiós
Miles de luces en el cielo tratan de decirme algo…tal vez que mi ciclo en este lugar se ha cumplido, o que aquel lugar de donde provienen es el mismo al que debo dirigirme, quizá mi nuevo hogar.

Llevo más de nueve meses estancado… nueve meses de intentos fallidos por acercarme de nuevo a ella sin conseguirlo. Ahora se que no podré recuperar el tiempo, no podré rescatar los atardeceres, las caricias en silencio, el reflejo de mi rostro en sus ojos, su sonrisa dibujada en mi boca, los amaneceres llenos de explosiones estelares que dejan el aroma de esperanza, esa que tendré que olvidar para partir.

Es tiempo de despegar, hoy es domingo según mi calendario, son las 8:15pm y llevo más de tres horas sentado esperando a que venga a despedirse; se que hice las cosas mal y demasiado tarde; se que también es difícil para ella venir y decirme adiós…pero es tiempo de hacerlo, es hora de cerrar esta historia, que fue sólo nuestra y de nadie mas, tal vez mi error fue llevar todo el tiempo estos pedazos de papel en la mano donde guardaba todos mis recuerdos, y nunca escucharla.

Cada suspiro que doy parece eterno, ella no vendrá y tendré que aceptarlo. Sólo quería decir adiós, para siempre. Esperaré rodear aquella estrella enana para acelerar el paso del misil y dirigirme a aquel brillo intenso que parece avisarme de algo nuevo. No daré marcha atrás, no pienso volver jamás.

Prendo el motor y coloco el casco sobre mi cabeza, volteo para observar por última vez el paisaje rocoso de tu planeta, te busco, no estás aquí y no hay rastro de ti, nada que me indique que sólo te demoraste, pero pronto llegarás. Me empiezo a elevar sobre la superficie y mi visión es la misma, un paisaje vacío; mi mente se aleja de mi cuerpo y empiezo a recordar los nervios que sentí la primera que te ví, las veces que no te dije todo lo que tenía que decir, los viajes juntos, las tardes de nubes color gris en las que no dejabas de decir que todo estaría bien, tantas cosas que parecían no importar y que ahora recobran su valor. De verdad tendrías que estar aquí para escucharme.

Mi viaje es largo y sin retorno, tú nunca llegaste para darme la última de mis provisiones… la esperanza.
Cerrando ciclos... Misil Azul

jueves, 20 de septiembre de 2007

Viajero

Cuando volví todo estaba listo para el relato. Esta vez había viajado a un mundo que al entrar estaba lleno de cintas, al parecer de ocho milímetros, entre ellas también encontré algunas fotografías que desde mi breve perspectiva eran artísticas.

Y aunque al principio todo estaba en blanco y negro, llegué a una sala que no era como cualquier otra, sino una de cine. Me senté y como cualquier otro espere a ver la película. Me sorprendí cuando comenzó porque la pantalla tomó un color azul cielo, y como por arte de magia mis pensamientos se conectaron al proyector y su imagen viva se hizo presente.

Aunque siempre me di cuenta que había caído en un lugar diferente, no me parecía extraño, al contrario, lo disfruté y aprendí.

Algo que quizá compartimos es el temor al olvido, esa palabra que engloba múltiples pinceladas en la memoria de cualquiera.

Vi pasar su risa, sus muecas, su distancia, sus palabras, su enojo y una pequeña gota en sus ojos, que eran tan sólo una tarde lluviosa.
Terminó súbitamente la cinta y como en una regresión, me vi. alejada de aquel mundo parecido a la quimera

Cuando volví la mirada, observé un letrero que decía ¡Yo no olvido!... y en la estación se encontraba la nave de Misil Azul.


Viajes llenos de nostalgia. Misil Negro

¡De vuelta!

El receso ha terminado y volvemos con más ganas de seguir haciendo las cosas. Estuvimos viajando, algunas veces juntos y otras separados por esta gran urbe, para seguir contando historias.
Voltea hacia tu armario, hemos dejado un regalo: un traje para que viajes con nosotros, pintalo del color que quieras... tu único equipaje es la imaginación.