jueves, 20 de septiembre de 2007

Viajero

Cuando volví todo estaba listo para el relato. Esta vez había viajado a un mundo que al entrar estaba lleno de cintas, al parecer de ocho milímetros, entre ellas también encontré algunas fotografías que desde mi breve perspectiva eran artísticas.

Y aunque al principio todo estaba en blanco y negro, llegué a una sala que no era como cualquier otra, sino una de cine. Me senté y como cualquier otro espere a ver la película. Me sorprendí cuando comenzó porque la pantalla tomó un color azul cielo, y como por arte de magia mis pensamientos se conectaron al proyector y su imagen viva se hizo presente.

Aunque siempre me di cuenta que había caído en un lugar diferente, no me parecía extraño, al contrario, lo disfruté y aprendí.

Algo que quizá compartimos es el temor al olvido, esa palabra que engloba múltiples pinceladas en la memoria de cualquiera.

Vi pasar su risa, sus muecas, su distancia, sus palabras, su enojo y una pequeña gota en sus ojos, que eran tan sólo una tarde lluviosa.
Terminó súbitamente la cinta y como en una regresión, me vi. alejada de aquel mundo parecido a la quimera

Cuando volví la mirada, observé un letrero que decía ¡Yo no olvido!... y en la estación se encontraba la nave de Misil Azul.


Viajes llenos de nostalgia. Misil Negro

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